Miguel Asturias y El señor presidente

Escritor guatemalteco con suficientes meritos eruditos para incluirlo en la
literatura Universal. Su narrativa se identifica con el realismo mágico, se
encumbra después de Domingo Faustino Sarmiento con su novela "El Señor
Presidente" donde hace honda crítica a las dictaduras. En este género
tenemos que incluirlo con Valle Inclan en su "Tirano Banderas", García
Márquez: "Otoño del patriarca" y Vargas Llosa con la "Fiesta del Chivo".
Asturias enternece con su obra "Señor Presidente", tremenda, mas allá del
pintoresquismo hispanoamericano está el drama, porque describe las
dictaduras crudamente traspasando lo grotesco que puedan ser, con su carga
de represión y persecuciones sangrientas, irrespeto a los derechos humanos y
el control de todos los poderes por un sólo hombre.

Luego de graduarse de abogado, de mirar las asechanzas en su país y de
sentir en carne propia el sufrimiento en que creció, se traslada a Europa en
aquel Paris de los años veinte, con la vida de los cafés, desenfadado y
escéptico en el ambiente Dadaísta y Superrealista. La bohemia lo transporta
a un vivir desordenado, además de soportar la gran decepción que produjo la
Primera Guerra Mundial. Los que pertenecían al superrealismo, desdeñaban los
triunfos personales y los premios "la belleza será convulsiva o no será"
decía André Bretón; "la poesía debe ser hecha por todos, no por uno"
afirmaba El Conde de Lautréamont.
Estas ideas tuvieron enorme influencia en Asturias y vemos como la
mentalidad indígena se inclina hacia el superrealismo.

Asturias, estudiaba, bebía y relataba con desenvoltura las leyendas que en
su tierra había oído de labios de su madre. Leyendas que se habían ido
afinando y curtiendo. Tanto era su entusiasmo que los amigos le pidieron las
escribiera. En 1930 se trasladó a Madrid donde la Editorial Oriente las
publica, con el titulo: "Leyendas de Guatemala". Observando la conjunción de
lo indígena con el superrealismo, Asturias usa un método impresionista para
hacernos entrar en ese mundo de significados misteriosos, donde súbitas
alucinantes parecen ir señalando sabiamente un camino a través del relato,
en los intrincados laberintos del Universo completo y redondo que guarda un
secreto distinguido. Basta con abrir al azar un capitulo del libro para
distinguir "las diecinueve mil leguas de aire sobre el mar". Y toda la
impecable geometría de las pizarras de escama navegante, de las porcelanas
de granito colados, de los espejos escamosos del azogue sobre arenas
móviles. Y la vida de dos reinos acabados en los terrenos vegetales
acartonados por la sequedad de la atmósfera".

Otra obra cumbre de Asturias fue "Hombres de Maíz" toca el tema de los
aborígenes a quienes quiere como son, con frecuencia describe la manera en
que comen, en un banquete o en su humilde choza. Con el asco sublime y
enfático de verlos comer entre mocos, uñas sucias y piojos. Así lo siente y
así lo transmite con sus voraces imágenes del suprarrealismo. También se
halla algo de fatalismo en sus actores, se contagia aun en la rebeldía. No
ve a los indios como seres decorativos desligados del mundo, los quieres y
les profesa un gran afecto, quizá por haber sufrido al igual que ellos. Y de
esta forma nos conduce a los que no dudan, a los que no quieren dudar de la
victoria que son los tiranos. A los tiranos los caracterizaba, ubicándose
bizarramente en defensa de los indios y cavilando que el mal no podía
habitar en su solo hombre.

Durante la presidencia de Juan José Arévalo fue agregado cultural en la
embajada de Argentina, con una cualidad política clara y sin dobleces,
también fue miembro de la delegación guatemalteca a la Conferencia de
Caracas-Venezuela, donde se destacó como invariable defensor de los Derechos
Humanos. Cumplió con otras misiones diplomáticas. En "Hombres de Maíz" es
donde Asturias consolida su maestría novelística. La expresividad de su
lenguaje llega a su mejor momento, las sugerencias que suscitan con el
lenguaje oscuro, terrenal y mágico. El hombre no está sólo, tiene un lugar y
un sentido en el universo. Siendo un fiel interprete de sus antecesores
Mayas.

Obtuvo el premio Nobel de la literatura en 1967 y falleció en Madrid el 9 de
junio de 1974

Francisco Alarcón

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