Que en paz no descanse

Titulo de esta manera, por supuesto evocando a esa gran demócrata llamado Carlos Andrés Pérez, no haciendo una admonición a su descanso eterno, sino a la alusión de lo que Chávez ha espetado maliciosamente, cuando dijo que descanse en paz pero que los adecos y copeyanos más nunca volverán. La muerte de Carlos Andrés es un acontecimiento triste y asaz loado, pero para los venezolanos será algo más que eso, empezará a funcionar la memoria fidedigna de un pueblo que vivió en democracia y ahora padece de muchas tribulaciones.

Chavistas trabajad, trabajad...

Por primera vez el presidente de la Republica establece un compromiso concreto con el pueblo venezolano, “intuitu personae”, como escriben los abogados en los contratos, la obligación estará en el cumplimiento con los hoy damnificados por las lluvias. Deberá resarcirlos de los daños, construirles viviendas y reparar las averías causadas por el fenómeno natural. Así se comprometió públicamente en forma directa con los damnificados, con Venezuela. No bastará con estas medidas iniciales de albergarlos en los hoteles ni en Miraflores, esa no es la esperanza de un damnificado ni en el corto plazo pasar las navidades fuera de su casa, ni permanecer indefinidamente en lugares sólo para uso temporal. El presidente salió a buscar las voluntades perdidas en las elecciones de septiembre, ofreciendo villas y castillo y deberá cumplir antes del 2012, igual que enfrentar los propios “olvidos” de su gobierno que viene arrastrando impulsivamente durante doce años, habiendo dejado en el abandono todas las construcciones realizadas por la democracia y otros gobiernos. Así que él y su gente tienen un breve

Exprópiese!!

Esa expresión tan utilizada por quien le expropió el corazón a Venezuela y no se lo pagó ni se lo pagará, es la que ahora alude el pueblo de manera jocoseria como término de rapacería, y toma sentido dramático viendo los resultados de lo que es actualmente el país. Expropiaciones por todas partes que fueron matando la actividad económica, comenzando con la agroindustria en vías de desaparición, aquellos inmensos centros de producción hoy reducidos a la miseria, nunca lograron levantar nada, ni siquiera los repartieron para que fueran remplazados por manos hábiles que, consiguieran justificar su cambio de propietario. Fue una agresión a la Venezuela pujante con deseos de seguir en ruta hacia el mundo moderno y no el regreso de “Juan el Veguero”, rodeado de zamuros con hambre y desventura alojadas hasta en sus huesos. Un retorno al pasado, una negación al adelanto, una venganza contra los venezolanos trabajadores e industriosos, una plaga para el campo y para la misma naturaleza.