Francisco Alarcón (Diario 2001/Noticiero Digital/Venezuela Anáitica/(Arg) La Historia Paralela )
Mientras la disidencia de este país siga haciendo negocios con el oficialismo no habrá Patria bendita, ni volveremos a vivir en democracia. Los mantenidos del régimen se han convertido en parásitos. No negocian sus contrataciones colectivas y se prestan para cualquier juerga chavista a cambio de un “bono”, llámese navideño, mondonguero, etc. Con eso, es suficiente para ellos, abstrayéndose de un país que se extingue por su inseguridad y corrupción. Tanto que criticaron a la cuarta república para en este momento ser los arruinadores indirectos de la nación donde se ha “democratizado” el robo y sometido su libertad.
Mientras la disidencia venezolana alterne estas dos formas de “lucha”, chupándose parte del erario publico y paralelamente reprochando al Gobierno, no saldremos de la humillación y ruina.
Seguiremos viendo los grandes contrastes sociales, gente con cantidades exuberantes de cestatiques para hacer sus mercados y otros procurando su comida en los desperdicios de los basureros públicos. Es la Venezuela de las discordancias en la que hoy vegetamos y no atinamos a comprender. Seguramente el festín está próximo a terminar con o sin reforma constitucional y esos nuevos ricachones, proxenetas del chavismo, verán extinguirse sus riquezas al igual a quienes no participamos en sus convites. Es asombroso advertir el país desvaneciéndose de esta manera sin entender que, en algunos casos la “oposición” es la sostenedora de Hugo Chávez en el poder. “Talentos” avanzados o bellacos políticos conducen sus acciones de esa manera, hoy critican al poseso y mañana le reconocen los “méritos” que nunca tuvo. En estos vaivenes llevamos nueve años que parecen más que los veintisiete del General J. V. Gómez o a cualquiera otra dictadura precedente.
Mientras no sea “suficiente” la disidencia porque no desea serlo, seguiremos condenados al naufragio, con breves emociones en el parafraseo diario de nuestros foros o correos electrónicos. Ciertamente, este no es un país de conspiradores, de ello hay pruebas incuestionables, pero tampoco somos un país de patriotas ni de nada parecido, vamos donde el viento nos aviente, sin rumbos ni propósitos.
El venezolano se transó en su supervivencia como buhonero o recogelatas, profesando las mismas ideas, sólo procurar el día a día, venga de dónde viniere. Enchufarse en una misión y encasquetarse una camisa roja, de aquí derivan las grandes “virtudes” de Chávez que, hasta lo catalogan de inteligente. Confundiéndose la inteligencia con el desdén de numerosos venezolanos, impertérritos ante el oprobio.
Pudiera aparecer en algún instante, otro delirante tan aprovechado como él, para que la disidencia vernácula se le plegara incondicionalmente, y nos libremos en parte de todas las cuitas del presente. Así son algunos venezolanos de ahora, pata de bolas y habladores de pendejadas, pero de Patria y libertades no quieren saber nada, siendo las metas comunes un quinto de lotería o una cerveza bien fría. En “libertad”, deambulan por las calles atados de manos con ruindad sin darse cuenta, coexistiendo indiferentemente. Esa es la “convivencia” incompresible en que nos dividió el chavismo. De Corazón de lis y aspecto rojo o viceversa, siendo finalmente la disidencia enteca para acometer un proyecto liberador de las “gordas” cadenas de una dictadura disfrazada de democracia. Es como el estilo plateresco, tiene un poquito de todo, es la combinación abigarrada de las buenas y malas costumbres, es la juntilla entre gente honesta y ladrones.
Se perdió todo aquello que distinguió a los venezolanos en sus gestas, y actualmente sirve para que Chávez haga sus menjurjes históricos en la reconversión bolivariana. Sin que haya una disidencia capaz para asumir el sacrificio requerido por esta rica, pero pobre nación de almas pícaras. Somos Patria y Corazones sólo para las fiestas nacionales o quizá lo fuimos. Hasta la identidad nacional se nos difumina con el “sí va pana”… ¡Oh Shakespeare, cuántos abatimientos más vendrán!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario