¿VENEZUELA está feliz?

Me acordaba de mi amigo Antonio Miranda, poeta y dramaturgo brasilero quien
hace casi cuarenta años escribió "Tú país está feliz" tiempos que vivía en
Venezuela y estudiaba en a la UCV y escribió esta obra, puesta en escena
junto a Carlos Ximénez y el grupo Rajatabla. Existía el teatro en su momento
estelar con estos dos precursores y Venezuela estaba feliz como para que
Antonio enarbolara este guión que sigue siendo excelente en nuestra
dramática.

Seguramente Venezuela estaba feliz para muchos aunque hubiese grandes
divergencias políticas, coexistía la gente y se podía ir al teatro, seguir
las obras de Rajatabla y luchar por los ideales. Éramos otros, donde
descollaban las ideas, el pensamiento franco para escoger el camino justo de
la libertad.

Hoy, a pesar de estar acorralados hemos visto que todavía hay compatriotas
que se sienten felices en este infinito de iniquidades y privaciones, que
andan por las calles orondos como si nada estuviese ocurriendo, o como si
estuvieran huyendo de ese acontecer. No sabemos cómo y porqué lo hacen, no
entendemos cómo se puede estar con las libertades conculcadas y hacerse de
las vista allende, disfrutando de un ambiente signado por la muerte e
inseguridad. Cuando las privaciones de manera tan frecuente y cercana no las
conocíamos, ahora nos vemos casi resignados a comer lo que haya,
acostumbrándonos a los racionamientos en los servicios públicos y a la mala
prestación de ellos, cuando los espacios obstruyen para la expresión del
pensamiento y se penaliza parte de la actividad privada. Es un delito en
este país no ser comunista ¿verdad? No ponerse una camisa roja para
emprender una marcha oficialista, sólo comen ellos y disfrutan de los
beneficios sociales que les corresponden a todos los venezolanos. Pero hay
gente con rostros felices en nuestras calles, en los centros comerciales
"burgueses" confluyen todos sin distingo alguno. Paradójica y cruelmente
para otros que no conciben el mundo de las miserias ni de penalizaciones de
la libre empresa; hay una lucha ambigua, sibilina que no acertamos
distinguir; de verdad que será lo qué quieren los venezolanos, una
"dictadura del proletariado" o un país con una esplendida empresa privada
estimulada por el Estado y capaz de garantizarnos los rubros alimenticios y
servicios. Seguridad para que la vida pueda discurrir sin sobresaltos y no
con la muerte asechándonos cotidianamente.

Un reencuentro, opinamos será el camino soñado para la mayoría, cansados de
tantas discordias y violencia. Comenzar de nuevo la vida civilizada aunque
cueste lo que cueste, disfrutar el lugar familiar, el respeto mutuo y
seguramente el camino a la convivencia se abrirá de nuevo entre los
venezolanos. Se aprecian tan sencillas estas reflexiones y tan lejanas
cuando no vemos los puntos para ese acercamiento sino contrariamente un
alejamiento incesante de la fuerzas vivas. El régimen pujando su comunismo
sin poder terminarlo de deponer mientras la mayoría de los venezolanos se
desentienden de la realidad, creyendo nada ocurrirá que sea tan grave para
conducirlos a la perdida total de sus haberes y familia. Hay como un
conformismo impropio, sostenido por ciertas canonjías del gobierno y una
"revolución" atascada desde su nacimiento, sin que ayude a ninguno ni se le
conozcan obras perdurables, podrá apreciarse esa felicidad pasajera que en
algún momento deberá dilucidarse por las buenas o entre las adversidades.

Hoy de nuevo todo se aviva, como la falta de electricidad las lluvias que
cayeron sólo aumentaron el caudal de la central El Guri momentáneamente, se
corrió la arruga por unos meses más, la posibilidad del gran apagón nacional
permanecerá latente. El Gobierno no puedo con el problema, la única
peripecia para superarlo será providencial. Poco de lo que dicen es verdad
en cuanto a la generación termoeléctrica y mejoras en las redes. La
alimentación será cada vez más dificultosa con una escasez que toma visos
alarmantes con "la economía de puertos" sin lograr superar los escollos con
las importaciones, y la gran inseguridad que cobra tantos muertos en las
calles de Venezuela, seguirá siendo la desgracia total mientras se continúe
atizando el odio. Sin embargo, amigo Antonio Miranda seguiremos esperando
que alguna vez podamos redundar tu luenga obra empezando con "Tú país está
feliz" sin crepúsculos de persecuciones y conviviendo el libertad.


http://www.2001.com.ve/articulo_opinion.asp?registro=4906
Francisco Alarcón

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