Casi todo lo hecho por Chávez en estos diez años ha resultado inconveniente e improductivo, pero ahora se aproxima la fase más peligrosa, cuando pretende acabar con la agroindustria; en escenario atroz con las economías del mundo en severas crisis. Siendo tal su desesperación que se dispone en hacer más dura nuestra recesión. Posiblemente también lo será para sus "socios y amigos". La caída en los precios del petróleo es un hecho consumado y su recuperación al corto plazo es poco probable. Viéndose en estas circunstancias echa el resto, engañando a los ingenuos que todavía le siguen. Ni la ortodoxia marxista de décadas atrás, aconsejaba intervenir fincas en producción, sin embargo, él lo hace con desplantes y su poder ilimitado. Nuestro iluminado no tiene mínimos en sus descomedimientos, importándole poco la suerte de esta nación. De la misma manera como malgastó los mayores réditos petroleros, actualmente, acelera su "revolución" para resguardarse junto a sus cercanos coautores. Realizando enroques, cambiando mandos militares para ajustar su "nomenklatura" a los tiempos devastadores que se avecinan, para ellos sí alcanzarán los ingresos derivados de la renta petrolera, y al igual que en Cuba pudieran enquistarse por largo espacio si se lo permite el pueblo. Pronto en retribución a su "lealtades", recibirán la "canonjías" de las libretas de racionamiento.
Cuando aprieten los rigores económicos, ésa será una de las soluciones para quienes no pertenezcamos al domo chavista. Y de nuevo utilizamos el término "chavista" que habíamos sustituido por oficialistas buscándole asidero "institucional", pero así como en la Unión Soviética emergió el estalinismo, aquí lo hace el chavismo sin que tenga nada ver con una originaria revolución, ni siquiera con una "revolución bolchevique" de dura ralea.
Si Chávez hubiese llegado expropiando y fusilando gente en tiempos de su popularidad, hoy pensaríamos que se trató de una revolución fallida, pero nada de eso ocurrió. Y no vale la pena repetir el silabario de la corrupción de este régimen. Lo cierto es que extemporáneamente se dirige a destruir lo poco que queda de nuestra agroindustria, y otros insensatos andan tratando de cerrarles las puertas a cuanta actividad productiva exista, así se echa abajo un país a nombre de una imaginaria "revolución" que constituye el mayor fraude histórico. Enfrentamientos con los sindicatos e incumplimiento con las contrataciones colectivas, han llevado a Chávez a intimidar a sus propios compatriotas del Metro de Caracas, a los sindicatos de Guayana y a muchas otras organizaciones que representan intereses populares y claman por sus derechos. Dentro de sus planes está prevista la coacción para lograr la sumisión total del país. El momento de mayor tensión será cuando Chávez trate de implementar esas libretas de racionamiento, u otro instrumento con el mismo significado, haciendo ver que son para garantizarle el consumo de alimentos a los venezolanos más necesitados.
Pues aquí lo que hay es destrucción y lo que pasa al Estado se pierde, o se convierte en chatarra. Ya hay problemas puntuales con la electricidad y con nuestra industria cimera Pdvsa, en plena decadencia desde que cayó en manos de los rojos. Si los bajos precios del petróleo son coyunturales, la quiebra de Venezuela no lo es. Ya vemos como no hay con que financiar el presupuesto y en breve plazo se evidenciará la debilidad de la administración chavista. Si los medios a utilizar son la violencia, pronto estaremos en presencia de los mayores enfrentamientos del siglo XXI, la anarquía se apoderará del país y Venezuela será ingobernable. Necesitamos de caras nuevas para el progreso, que sustituyan los destrozos del chavismo. Mientras la crisis económica mundial toca fondo, Venezuela transitará distintos avatares.
Ahora veremos las condiciones reales de lo que fuera una promisoria nación. Los estropicios a la agroindustria serán la rúbrica final de Chávez, o cesan sus despropósitos, o será imparable una implosión social, o una guerra civil, quizá hija del mismo chavismo.
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