
diario 2001
Con el ascenso al poder de la llamada V República, Venezuela entra en una barrena de degradación, de decadencia física y moral; hoy por hoy, muy a pesar nuestro debemos aceptar que, somos un país prostituido. Se acabó todo, el dinero en vez de resolver los problemas sociales, se convirtió en instrumento de perversión que, en manos de Hugo Chávez es una desgracia.
No hay control ninguno de los gastos públicos, el poder absoluto del mandatario sobrepasó todos los límites y mermó la autonomía del Banco Central de Venezuela. Desde el primer “millardito” solicitado por el presidente para “obras de inversión” son muchos los dineros dilapidados, regalados en el exterior o gastados sin vigilancia alguna, yendo a parar visiblemente al basurero de la corrupción. La proporción entre lo gastado y lo que podemos apreciar en acciones ejecutadas por este Gobierno es casi nula.
Los “grandes programas sociales” no alcanzan beneficios para la población y las misiones con sus becas, simplemente son limosnas para un pueblo hambriento. Sin embargo, los oropeles del nuevo riquismo cada día son más visibles, el contraste social entre un menesteroso y la nueva clase dirigente es exuberante; bautizada por el pueblo como los “hummerianos”, siendo ellos, poseedores de esos ostentosos vehículos de apariencia rústica y de costosa providencia, las “Hummer” de donde deriva el nombre.
Venezuela en el exterior no se “proyecta” como una revolución conducida por el liderazgo de un ciudadano de la patria de Bolívar, sino como el serrallo de Latinoamérica. Las canonjías de Chávez además de ser una burla al pueblo venezolano, son una afrenta a los pueblos que la reciben, cuando conociendo o desconociendo su origen las aceptan alegremente, sin hurgar su procedencia, para pasar a ser los obsecuentes de un caudillo sin futuro ni pensamiento. El venezolano decente sufre cada vez más el reflejo de esta ilícita revolución.
Venezuela al presente es una desventura para sus habitantes y la perspectiva del país en el exterior es decadente y ominosa. Nadie en la actualidad desconoce el rumbo de este régimen autoritario, sus desmanes, agresiones contra la libertad de expresión, violaciones a los Derechos Humanos. Los venezolanos sumamos nuestras penas, cuando vemos actos como el celebrado en Argentina que, de nada le sirvió a su propio organizador ni a la ciudad bonaerense y en mucho mancillo el gentilicio patrio. Igual a cualquier gira emprendida por el seudolíder de la revolución bolivariana, sólo dinero mal gastado para irradiar en el extranjero sus propias miserias y limitaciones. Hoy después de ocho años ni el país, ni el mismo Chávez puede dar cuentas para qué han servido sus viajes, más allá de sus ambiciones personales de figurón.
Es la patria prostituida en que ahora vivimos, claudicando a sus sueños y esperanzas, con la vorágine de “la V República” que casi nos la traga. Somos la vergüenza latinoamericana, mientras quienes se benefician de la “bonhomía” de Chávez se transforman en los verdaderos liderazgos continentales y recuperan sus economías con los réditos bolivarianos.
Pronto Pdvsa, será el deshecho muchas veces pronosticado por quienes conocen sus malos manejos, pronto nuestras empresas estarán fuera del Dow Jones, y pronto nuestra moneda no será referencia para las otras monedas del mundo, posiblemente se usará como un instrumento para el trueque interno. Es así como Hugo Chávez quiere construir un nuevo país, con un nuevo hombre del siglo XXI, dentro de la mayor pobreza ética y sembrando la ruina en una nación que, debía gozar de la mayor prosperidad de latinoamericana, con los ingresos devengados durante su administración. Pobre y descarriadamente, somos lo que somos, por obra y gracia de esta V República, que arrasa con todo y burla al pueblo venezolano, coronando como un país prostituido. La vana ambición de un sólo hombre delirante puede más que todo el esfuerzo de los venezolanos en doscientos años de historia.
Con el ascenso al poder de la llamada V República, Venezuela entra en una barrena de degradación, de decadencia física y moral; hoy por hoy, muy a pesar nuestro debemos aceptar que, somos un país prostituido. Se acabó todo, el dinero en vez de resolver los problemas sociales, se convirtió en instrumento de perversión que, en manos de Hugo Chávez es una desgracia.
No hay control ninguno de los gastos públicos, el poder absoluto del mandatario sobrepasó todos los límites y mermó la autonomía del Banco Central de Venezuela. Desde el primer “millardito” solicitado por el presidente para “obras de inversión” son muchos los dineros dilapidados, regalados en el exterior o gastados sin vigilancia alguna, yendo a parar visiblemente al basurero de la corrupción. La proporción entre lo gastado y lo que podemos apreciar en acciones ejecutadas por este Gobierno es casi nula.
Los “grandes programas sociales” no alcanzan beneficios para la población y las misiones con sus becas, simplemente son limosnas para un pueblo hambriento. Sin embargo, los oropeles del nuevo riquismo cada día son más visibles, el contraste social entre un menesteroso y la nueva clase dirigente es exuberante; bautizada por el pueblo como los “hummerianos”, siendo ellos, poseedores de esos ostentosos vehículos de apariencia rústica y de costosa providencia, las “Hummer” de donde deriva el nombre.
Venezuela en el exterior no se “proyecta” como una revolución conducida por el liderazgo de un ciudadano de la patria de Bolívar, sino como el serrallo de Latinoamérica. Las canonjías de Chávez además de ser una burla al pueblo venezolano, son una afrenta a los pueblos que la reciben, cuando conociendo o desconociendo su origen las aceptan alegremente, sin hurgar su procedencia, para pasar a ser los obsecuentes de un caudillo sin futuro ni pensamiento. El venezolano decente sufre cada vez más el reflejo de esta ilícita revolución.
Venezuela al presente es una desventura para sus habitantes y la perspectiva del país en el exterior es decadente y ominosa. Nadie en la actualidad desconoce el rumbo de este régimen autoritario, sus desmanes, agresiones contra la libertad de expresión, violaciones a los Derechos Humanos. Los venezolanos sumamos nuestras penas, cuando vemos actos como el celebrado en Argentina que, de nada le sirvió a su propio organizador ni a la ciudad bonaerense y en mucho mancillo el gentilicio patrio. Igual a cualquier gira emprendida por el seudolíder de la revolución bolivariana, sólo dinero mal gastado para irradiar en el extranjero sus propias miserias y limitaciones. Hoy después de ocho años ni el país, ni el mismo Chávez puede dar cuentas para qué han servido sus viajes, más allá de sus ambiciones personales de figurón.
Es la patria prostituida en que ahora vivimos, claudicando a sus sueños y esperanzas, con la vorágine de “la V República” que casi nos la traga. Somos la vergüenza latinoamericana, mientras quienes se benefician de la “bonhomía” de Chávez se transforman en los verdaderos liderazgos continentales y recuperan sus economías con los réditos bolivarianos.
Pronto Pdvsa, será el deshecho muchas veces pronosticado por quienes conocen sus malos manejos, pronto nuestras empresas estarán fuera del Dow Jones, y pronto nuestra moneda no será referencia para las otras monedas del mundo, posiblemente se usará como un instrumento para el trueque interno. Es así como Hugo Chávez quiere construir un nuevo país, con un nuevo hombre del siglo XXI, dentro de la mayor pobreza ética y sembrando la ruina en una nación que, debía gozar de la mayor prosperidad de latinoamericana, con los ingresos devengados durante su administración. Pobre y descarriadamente, somos lo que somos, por obra y gracia de esta V República, que arrasa con todo y burla al pueblo venezolano, coronando como un país prostituido. La vana ambición de un sólo hombre delirante puede más que todo el esfuerzo de los venezolanos en doscientos años de historia.
Francisco Alarcón
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