
Desde hace bastante tiempo Caracas dejó de ser la “sucursal del cielo”, la de los lienzos matizados por el genio pictórico de Manuel Cabré. Su parentesco con el cielo venía difuminándose con múltiples problemas, el tráfico vehicular continuo, el comercio trashumante en las calles colmó los espacios de los peatones, la inseguridad que ahora ahoga su propia existencia con la hosquedad del hampa que, casi no deja vivir a sus moradores.
Conflicto de vieja data, acentuado violentamente y que deberá ser asumido con prontitud, de lo contrario estaremos presos en esta urbe, donde la delincuencia campea libremente, sin vigilancia de las autoridades policiales ni resguardo de los cuerpos competentes. El término revolución se confunde con libertinaje y autonomía para hacer cualquier cosa indecente en perjuicio de quien sea. Lejos de nuestra educación y principios, aparece el delito apologéticamente, como un hecho real de los nuevos tiempos, una correspondencia social a lo “razonable” del régimen. Poco habría que agregar a la mendicidad y desprecio de los “niños de las calle”. Los programas creados para atender estas miserias se volvieron pura paja y el régimen después de ocho años nada hace por buscarle solución.
El vocablo pandemóniun, exagerado a veces, se utilizó de maneras repetidas para llamar la atención de las autoridades y hoy por hoy constituye una realidad. Pero hay algo muy importante y de reciente aparición que, no nos permite movernos dentro de la ciudad capital y es el incremento de vehículos en las calles, fenómeno no único y exclusivo de la metrópoli. Hasta ahora no conocemos un pronunciamiento de los organismos oficiales, alcaldías, sencillamente se escuchan las quejas de los usuarios del transporte y alguna que otra protesta sin mayores consecuencias. Comenzaremos el año sin que se hayan tomado previsiones para evitar el abarrotamiento de carros en Caracas.
En lo que va de Gobierno del ciudadano Hugo Chávez, no sabemos de ningún estudio dedicado al caso, ni de medidas oportunas para los vecinos meses. Indudablemente una de las causas visibles del congestionamiento vehicular se corresponde con el incremento desmedido de la flota de autos en manos del público. Esto lo tomamos de las estadísticas mensuales que anuncian incrementos en las ventas de automotores; crece desproporcionadamente la tenencia de ellos en manos de los compradores, sin que los espacios de la ciudad sean aptos para la circulación. La agitación ya no se circunscribe a las horas picos, son actualmente todas horas picos para el tráfico, en esta fatigada ciudad y muy probablemente estaremos cercanos al colapso definitivo, sin que las “autoridades” comiencen a tomar medidas para remediar el escenario. Cuando no podamos llegar a nuestros lugares de trabajo o de enseñanza, será la etapa de encenderse la alarma y eso se está viendo muy cerca.
Ningún estudio conocido se ha realizado durante esta administración, ni en el ámbito local ni nacional, y traemos a colación el “Diagnóstico del sector transporte” en el cual participamos en su dirección y ejecución, efectuado en el lapso de 1969 y 72 por el Ministerio de Obras públicas (MOP) basado en las tres encuestas nacionales de “Origen y destino”. En ellas se recogía la cantidad de vehículos que circulaban por el territorio nacional, el género de los mismos, con su peso, pasajeros, mercaderías transportadas y la frecuencia de los viajes en las horas picos. Esta investigación se realizó en campo, en las ciudades más importantes del país, fue planificada y dirigida por el Consejo Nacional de Vialidad, adscrito al MOP. Su ejecución estuvo a cargo del mismo con el apoyo logístico de las FAN, cristalizándose con la publicación del “Diagnóstico del sector transporte” en la dirección de Cartografía Nacional del MOP en 1971.
Hoy, es posible retomar el tema con esa fuente, afrontando el problema que nos acoquina a los caraqueños y que pudiera extenderse a otros sitios del territorio.
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