La oposición nunca cobra


No sé que pasa en este país de amplia disidencia, con presos políticos, exiliados y fallecidos a lo largo de sus luchas, cuando hay elecciones y se cuentan los votos de la oposición caen en una merma "inesperada".

Esto ha sido la constante en los últimos procesos electorales, con una disidencia amplísima y ostensible, viva, real, tangible, mostrada en las marchas y concentraciones públicas, sin que acierte traspasar la realidad virtual del CNE. No es tema para la ciencia ficción, no es incognoscible, es la tragedia de una porción muy importante de venezolanos, sustancialmente afectos al progreso de Venezuela. De la distribución equitativa del ingreso, sin actuaciones opacas en el pasado y que emerge a la vida política en estos últimos ocho años. El ayer quedó atrás, para ellos junto al chavismo son los únicos emergentes de esta realidad política y social.

También lo somos, quienes no comulgamos con un ilusorio socialismo, ni estamos adheridos al pretérito, revisen, revísense y hallarán una procedencia prístina. Reiteradas veces igual hemos criticado al chavismo como a los farolitas de la oposición utilitaria, disfrazada de redentores e incluidos en todos los "comandos de campaña". No serán los postreros tiros en esta "cacería", no morirá la Venezuela pujante en manos de nadie, aún hoy excluidos, se abrirán de nuevo los caminos una y otra vez, para quienes con voluntad honesta y tesonera se dediquen a la redención de la verdad.

Cuando ocurra en algún momento ese enfrentamiento insoslayable entre la promesa y lo incumplido, despertarán los propios miembros de las milicias chavistas, frente a su errores; cuando se den cuenta que este país es realmente de todos, y cuando reconozcan que la miseria humana es inconmensurable, y que son más las apetencias de riquezas y ambiciones de poder de sus dirigentes que la voluntad revolucionaria. Será ahí, cuando los venezolanos de nuevo cabremos en este país, en un país que luzca sus propios colores e ideas sin sumisiones externas.

La libertad, condición indispensable de convivencia en los seres humanos, se habrá recobrado, abriendo un horizonte digno para los ciudadanos de esta nación. Lo demás quedará en el pasado, como ya hoy es pasado. En el tremedal sucumbirán quienes hasta ahora pretendieron dirigir a la disidencia y casi la abandonaron al final; categóricamente no apreciaron su atrevimiento. Cuitas para cualquiera, tanto para el guía como para los desorientados seguidores. Empero, los esfuerzos nunca son en vano y las enseñanzas quedan, los métodos de luchas siempre existirán, la vida no se acaba con las derrotas, pero si con la muerte, a ella fiel compañera, y a quien siempre le hemos exaltado sus atributos, tendremos que invocarla en los momentos de mayor tensión.

O se muere, o se vive en el hastío, cruel verdad para los pusilánimes e ingratos. Todo volcán tiene su ojo, aún cuando permanezca dormido, no hay peor derrota que la que no se asume. Sin referirme a las autoderrotas, como quizás nos acaba de suceder a los ciudadanos de este país que, no compartimos un supuesto mundo socialista, lleno de privaciones y hegemonías personales. Viendo como se reduce el ámbito de la patria y de nuestros derechos ciudadanos. Advirtiendo como algunos reiteradamente mal interpretaron nuestros deseos o negociaron con ellos. Será el expediente para su condena y el mundo no se acabará con esto. Ni siquiera el fantasma de la huida terminará con los principios de libertad; aflorarán otras oportunidades, esta tierra no se construyó bajo la égida del comunismo. Sus ciudadanos irán viendo como vienen las cosas y ocurrirá un despertar más temprano que tarde. Las batallas libradas por la disidencia estarán allí, indeleblemente estampadas en las mentes, serán un reflejo repetido cada vez que quieran pisotearnos los derechos, será la antorcha inapagable para el futuro. El hombre es libre por naturaleza, los fanatismos históricamente fueron grupos que al final se extinguieron por su propia violencia.

Francisco Alarcón
diario 2001
Caracas

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