rindieron cuentas, ni entregaron sus cargos sino a lo mero macho y a razón de oficialistas se marcharon "alborozados" para topárnoslos en sus nuevas atribuciones, sin ningún mérito más que la "amistad" con Chávez.
Una Venezuela decadente, nebulosa se viene desdibujando en diez años, con valores invertidos, con individuos que creen ser sus dueños y que no respetan la voluntad popular, cuando vergonzosamente pretenden perpetuarse en el poder.
Nada vale ahora más que la mediocridad, siendo el valor peculiar de esta "revolución", con ella se destruye cuanto vestigio hubo de probidad y recato. La honradez no es precisamente pendón del "proceso" que intenta meter a la cárcel a cuanto opositor le estorbe, tildándole de ladrón.
Empero, los camaradas son inmunes a estas condenas o quizás se les premie como a los reprobados. La historia de este país no precisamente discurrió entre reprobados, hay mucha gente de honor y preparada que la transitaron.
Hasta tuvimos dictadores rodeado de doctos; el general Gómez se codeó con una "miríada" de intelectuales de la época. Vallenilla Lanz hizo un ensayo sociológico, justificando la presencia de los autócratas con su "gendarme necesario". Actualmente no vemos una sola luz en estos gabinetes que confecciona Chávez a su medida, los reprobados se apoderaron del país y no le quieren permitir a quienes ganaron sus cargos en elecciones populares actuar sesuda y capazmente. Solo hay reconocimientos para las "mayorías socialistas".
Es una cómica mal intencionada, cuando se burlan de todos, poniendo gente no apta en representación de Venezuela. Nos ven hasta con desprecio en el exterior, a pesar de todos los dólares gastados intentado forjar imágenes favorables.
Si seguimos por esta vía, observaremos en los anuncios de prensa cuando soliciten personal, que la condición indispensable estará en que hayan sido reprobados en las materias para las cuales serán empleados. Los cupos en las universidades quedarán a la disposición de los estudiantes reprobados. Y así continuaremos por largo rato, hasta tanto la gente decente de oposición o disidente no dispongan devolverle a la nación su dignidad; acordándose que más importante es el país que andar pavoneándose en un carro último modelo.
Que si seguimos siendo dirigidos por los reprobados, terminaremos siendo igual a ellos, poca cosa existente en una nación casi moribunda.
Francisco Alarcón
http://www.2001.com.ve/
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