
En términos económicos y sociales fácticos, las misiones instauradas por el gobierno de Chávez son un fracaso. Económicamente no les resolvieron los problemas a los venezolanos, nadie vive de ellas porque son insuficientes sus erogaciones. Derivado de lo anterior, socialmente no se pueden cualificar sus bondades, resultando peyorativas cuando los más necesitados las procuran, como el mendigo a la limosna. Como ayudas humanitarias son una expresión decadente, sin solvencia para enaltecer a sus beneficiarios, quienes sotierran sus verdaderos problemas para convertirse en menesterosos, poseedores de una camisa roja, a cambio de muy bajos ingresos.
Entregando su decencia, los ciudadanos pasan a ser sumisos de un régimen totalitario para uso político. Barrio Adentro, la más exaltada por lo que debería ser la atención médica ambulatoria, en sus años no pudo establecerse, y sus practicantes cubanos no materializaron sus aptitudes académicas, haciendo sus reválidas en universidades venezolanas, acogiéndose a la ley de ejercicio profesional. El régimen los impuso a trocha y moche en desmedro del colegio médico y de sus propios "favorecidos". Barrio Adentro nunca fue bien vista por el pueblo, buscando más en sus locales las medicinas gratis que la atención médica, lo cual constituye también un adefesio con la automedicación. En muchas oportunidades, nos topamos con denuncias donde se les señala la distribución de medicinas pasadas o importadas sin sus validaciones sanitarias. En el fondo como todo lo que "crea" este gobierno, degenera en un negocio y sus bondades se las lleva el viento, muchos de sus módulos quedaron inconclusos o abandonados y los "médicos" cubanos se sospecha huyeron al exilio. Quizá, la pretensión de Chávez fue dar atención medica gratuita, tratando de alcanzar lauros sociales entre la población, pues no fue así, y su desengaño es ostensible, siendo casi insostenible para el futuro, cuando tendrá que erigirse una red de ambulatorios médicos y dotar los centros reconocidos con materiales e instalaciones. Esta batalla viene desde hace bastante tiempo, y quien logre concluirla, habrá alcanzado en parte la solución a la asistencia hospitalaria que merecen los venezolanos.
Las becas son la degradante expresión demagógica oficial, claramente se asignan por cuestiones proselitistas, sin ninguna apariencia formal ni estimulante, son baratijas ocurrentes de lo obtuso de la imaginación. Ni las pagan oportunamente, ni solventan dificultad alguna, inversamente agudizan la desocupación y "profesionalizan" la vagancia.
Vuelvan Caras y Robinson, es la mayor estafa a los pobres de este país, engañados fundan expectativas económicas para la creación de microempresas que, al final sucumben en la quiebra, representando pérdidas para el Estado y daño moral para quienes aspiraban a comenzar una nueva vida mejorando su situación económica. De esta misión, como las suplementarias no se conocen resultados, inexplicablemente después de las asignaciones ya no hay interés por hacerles seguimiento. En los indicadores económicos no aparecen reflejadas, formalizando plazas fijas de empleo.
La Misión Robinson es una ofensa a Simón Rodríguez, es la antípoda de lo que pensó nuestro imaginativo maestro con sus escuelas técnicas, abiertas a lo largo del continente. Las reparticiones para la educación que ejecuta el régimen, resultan grotescas, cuando observamos que las escuelas bolivarianas siguen en tan mal estado, como lo fueron las tradicionales escuelas públicas en el pasado, y la universidad bolivariana es la mayor burla a una juventud que, desea insertarse en el concierto de las naciones con programas de estudios modernos y adaptados a la realidad global.
Así pues, Venezuela con las misiones de Chávez navega hacia el vagabundeo, regalándoles miserias a los venezolanos; igual hace exonerando de pago a los usuarios del nuevo tren del Tuy como si fueran cernícalos sueltos a su albedrío, incitándoles a destruir sus instalaciones.
publicado por el diario 2001